¿Realidad o sueño? {Isabelle - Christian - Anastasia}

por **Anastasia Valentina Gusse** Miér Feb 05, 2014 8:12 am

05/02/2014 - 19.05 - Residencia Byington

Minutos habían acontecido desde que el sol hubiere comenzado a caer por el horizonte campestre de Salem, la lluvia no cesaba, por el contrario se hacía más intensa y ya comenzaba a inundar la vereda, habiendo dejado bajo una espesa capa de agua enterrada la calle que se encontraba anegada. Los ojos de la rubia se fijaron en la ventana, esperando ver el pequeño espacio que se notaba desde allí de la mansión Crowley, donde vivía su más curioso visitante nocturno, Nathan, algo que, naturalmente, desconocían sus padres por completo. La ausencia de Nate durante varios días había comenzado a perturbar a Annya, desde que hubiere encontrado miradas poco amigables con el padre del mismo, quien parecía deseoso por separar su lacia melena de su tonificado cuerpo, lo que acarreó decisiones un tanto drásticas que incluían permanecer con su carcaj y su arco a sus espaldas, sin excepción alguna.

-"Tus poderes no son tan fuertes Annya, que mires por la ventana no va a atraer a Nathan a tu habitación otra vez"- Pensó aquella parte molesta de su mente, y se sonrojó de forma inconsciente sin explicación lógica alguna.

No pensó en responderle a aquella parte de su mente, pues solo tenía intención de que acallara y no volviera a abrir aquella bocota imaginaria que tanto estrés le traía. A pesar del enfado que le causó que su mente le dejara claro algo tan lógico como aquello, la híbrida desistió de mirar por la ventana fingiendo que solo vigilaba algo tan banal como la lluvia y las gotas que se resbalaban por el cristal, su mirada se dirigió esta vez al reloj que se encontraba en la sala, dando finalmente con el núcleo de su molestia, ese " Toc, toc.....Toc, toc" que realizaba cada vez que cargaba con su antiguo sistema de cuerdas las manecillas, lentas y pesadas como ellas solas, a su ver el reloj, era el peor enemigo de cualquier ser viviente sobre la tierra...Incluso, los inmortales. Cuando fijó la mirada en aquel objeto molesto, Anastasia se dio cuenta que habían pasado ya cinco minutos desde que estaba sentada en aquel sillón en forma de " U" y que, con una seriedad casi delirante, sus padres se sentaban frente a ella mirándola en cada uno de sus movimientos, algo bastante molesto, para ser sincera.
Carraspeó un momento y miró a sus padres uno por uno, mordiéndose el labio inferior desde adentro después y jugando con una flecha afilada entre sus finos dedos.

-Entonces..- Dijo y tuvo una pausa casi agónica que duró a penas diez segundos.-¿Por qué parece que Crowley mayor quiere arrancarme la garganta con los dientes, otra vez?- Recitó el "otra vez" dando a entender que ya le habían explicado el porque, pero ella consideraba aquello, una reacción en exceso...Exagerada.

-¿Por qué volvemos aquí?. Todos sabemos...- Los miró y suspiro mitad ofuscada, mitad resignada.
-Todos sabemos que no es seguro- Susurró como si las paredes oyeran su sacrilegio. -El alcalde es una falacia, y me da malditos escalofríos.- Prosiguió susurrando moviendo la mano en un gesto de absoluto desagrado, se paró del sillón, era demasiado inquieta para permanecer allí más de cinco minutos. Lo cierto es que la joven rubia no había visto frente a frente ni por ningún otro medio el aspecto del alcalde, pero con el simple escuchar su voz en la radio, sentía una incomodidad que no comprendió hasta que esa noche soñó nuevamente con aquel falaz hombre que insistía con su idea de paternidad, su voz era idéntica a la del alcalde, algo completamente incoherente e ilógico. Volvió a sentarse nuevamente de un modo casi violento.

-Tengo algo que hablar con ustedes- Finalmente se había decidido que lo mejor era que le dijera a sus padres la verdad de sus sueños y la razón por la que los muertos solían aparecerse por la casa, descontrolando sus dotes una vez más.

por **I. Isabelle S. Byington** Miér Feb 05, 2014 4:52 pm

"El que busca donde no debe encuentra lo que no quiere."

—Proverbio chino

O tal ves si quería...

[...]

— Son todas unas criaturas asquerosas, son ustedes engendros del demonio las que debieron haber estado bajó el fango no yo — la furia que me erizo la piel la descargué toda en él, dejando que se retorciera en el piso como la alimaña que era. El vientre se me contrajo y sentí arcadas. -ahora no pequeño, tengo asuntos que tratar con tu papi- hable a la criatura que se estaba formando en mi.

[...]

Las gotas de agua que pronto se convertirían en copos de nieve golpeaban contra el vidrio de la sala de aquella casa. Esta casa que no se sentía un hogar, y no era porque fuera fea o algo, era simplemente el ambiente tenso que había formado desde que llegamos. Ninguno de los tres queríamos estar aquí, pero tarde o temprano tenía que afrontarme a las consecuencias de una mentira de medio siglo. Me quedé parada viendo hacía el fuego, sabía de sobra que Anastasia no estaba contenta aquí, con tan poco tiempo tenía ya enemigos, enemigos que sabían quien era su padre...

Christian me dio tomó de la mano y me encamino hacía el sillón, estaba en modo automático no sabía como iba a reaccionar Valentina ante la noticia, quizá y al final terminaría junto con sus amigas las calaveras enterrada 100 metros bajo tierra. Suspiré y vi hacía la esbelta figura que ocupaba uno de los sillones. Mi hija. Mi precioso terroncito de azúcar la criatura más dulce y leal que allá conocido este mundo, tenía el carácter explosivo de su madre pero igual era muy linda. Era mi todo en esta vida no sabía que haría si la llegaba a perder.

El carraspeo de Annye me sacó de trance y una lagrima consigo. Su pregunta me dejó helada, volteé hacía Christian que ya estaba pálido como la nieve que se estaba formando afuera. Me sequé la lagrima y entrelacé mis dedos — Son problemas que han tenido nuestras familias desde siempre, no consienten el mestizaje de mortales con brujos y nuestra familia ha tenido generaciones de híbridos... — ¿cómo iba a ocultar más tiempo que era híbrida si su supuesto padre también es brujo. Sabía que ya sospechaba algo, la pesadilla que había tenido después de ir a buscar a Bastian sobre el reclamando a su hija, había tenido cabida en la mente de mi pequeña y esto era una bomba que iba explotar en cuestión de tiempo.

¿Por qué volvíamos? Ni yo lo sabía. Había cedido ante la insistencia de mi tía Jeannie y de mi de más parientes y henos aquí — Como sabrás a tu tía Jean le queda ya poco tiempo en este mundo, ya pasa de los 500 años y su reloj biológico no da para más. Nos quiere a su pocos parientes cercanos juntos. Es por eso que volvimos —

Su ultima declaración me dejo helada y mi estomago se revolvió, sabía lo que iba a decir lo olía a kilómetros de distancia estaba con el agua hasta el cuello. Busqué la mano de Christian y apreté mientras tragué gordo. — Dime princesa — sonreí nerviosa.

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